200 ANIVERSARIO DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA

200 ANIVERSARIO DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA
23 MARZO 2014

jueves, 15 de enero de 2009

¿QUIÉN FUE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA?

En el siglo XIX también se intentó frustrar el ascenso de la mujer a la cultura. Los talentos femeninos tuvieron que luchar con fuerzas para hacerse un sitio en la literatura, en la prensa, en las artes, en todos los ámbitos en general. Las mujeres necesitaron demostrar que tenían cosas importantes que decir, y que podían hacerlo. Lo lograron empleando buenas armas: tesón, creatividad, audacia... algunas incluso tuvieron que simular ser hombres para conseguir publicar. Gertrudis Gómez de Avellaneda, dado su carisma, su personalidad, su belleza física y su pasión desbordante, provocó tal fascinación entre hombres y mujeres que no necesitó más que ser ella misma para lograrlo.
Avellaneda llega a España con poco más de veinte años en un momento en el que las niñas, las jóvenes, eran educadas en sus casas o en conventos. No sería hasta 1857 con la Ley de Moyano cuando se impuso la creación de escuelas mixtas, pero para entonces Gertrudis ya era una mujer de cuarenta y tres años. Por sus numerosas autobiografías y cartas se sabe que su educación se basó ante todo en las buenas lecturas de grandes escritores como Victor Hugo, Lamartine, Byron...
En Puerto Principe, actual Camagüey, nació el 23 de marzo de 1814 la niña Tula quien creció mimada por todos y leyendo en "el cuarto de los libros". Lo comenta así en el "cuadernillo" de memorias que escribe durante su estancia en Sevilla, en 1839 "para complacer la curiosidad de su amigo, el joven estudiante de Derecho don Ignacio Cepeda y Alcalde, bajo la condición de que después de leído fuese destruido por el fuego". Pero Ignacio Cepeda no lo destruyó, sin embargo quizás estruyó bastante el corazón de ella.
También creció pensando en el teatro, interpretando y escribiendo teatro "Mi gran placer y única afición por aquella época era representar tragedias con otras muchachas de mi edad... Mi familia llegó a concebir temores, y mi madre me prohibió terminantemente volver a tomar en mis manos ninguna obra dramática. Pero ¿de qué serviría aquella privación? No habiendo tragedias que leer, yo comencé a crearlas"
Al llegar a Sevilla en 1838 es cuando conoce a Ignacio de Cepeda quien será el gran amor de su vida, a pesar de ser un hombre indeciso y temeroso, aburrido, que nunca quiso casarse con ella. Durante dieciséis años mantuvo una interesante correspondencia con él, pero terminó cuando Cepeda se casó con doña María Cordova y Govantes quien a su vez publicó las cartas tras la muerte de su marido. Gracias a esas cartas sabemos gran parte de la historia de Tula, por ejemplo que en una visita a Cádiz conoce a los redactores del periódico literario "La Aureola" donde publica algunos versos bajo el seudónimo de "La Peregrina"
En 1841 publica dos libros: "Poesías" y su famosa, pionera y analizadísima novela "Sab". La primera novela antiesclavista de la historia, publicada veinte años antes que la famosa "La Cabaña del tío Tom" Durante toda su vida cultivó todos los géneros, escribió un total de diecinueve obras de teatro que se estrenaron la mayoría en Madrid y tuvieron bastante éxito; nueve novelas, incluida "Sab" y reedita dos veces sus poesías para sus "Obras completas". Publica poemas sueltos y artículos en la prensa. En su obra, sobre todo en su poesía, "El amor es su tema fundamental, y sus versos eróticos son de extrema y apasionada sinceridad, en la que funde la expresión robusta con una intensa nota subjetiva de ternura y nostalgia." (Alborg 1982)
En 1844 conoce al poeta Gabriel García Tassara. Entre ellos nace una relación que se basa en el amor, los celos, el orgullo, el temor. Tassara desea conquistarla para ser más que toda la corte de hombres que la asedian, pero tampoco quiere casarse con ella. Está enfadado por la arrogancia y la coquetería de Tula, escribe versos que nos hacen ver que le reprocha su egolatría, ligereza y frivolidad. Pero Avellaneda se rinde a ese hombre y poco después casi la destroza. Tula está embarazada y soltera, en un Madrid de mediados del siglo XIX, y en su amarga soledad y pesimismo viendo lo que se le viene encima escribe "Adiós a la lira", es una despedida de la poesía. Piensa que es su final como escritora. Pero no será así.
En abril de 1845 tiene a su hija Maria, o Brenilde como la llama ella. Nace muy enferma y muere con siete meses de edad. Durante ese tiempo de desesperanza escribe de nuevo a Cepeda: "Envejecida a los treinta años, siento que me cabrá la suerte de sobrevivirme a mí propia, si en un momento de absoluto fastidio no salgo de súbito de este mundo tan pequeño, tan insignificante para dar felicidad, y tan grande y tan fecundo para llenarse y verter amarguras."
Son escalofriantes las cartas escritas por Tula a Tassara para pedirle que vea a su hija antes de que muera, para que la niña pueda sentir el calor de su padre antes de cerrar los ojos para siempre. Brenilde muere sin que su padre la conozca.
En 1845 se casa con Pedro Sabater, quien muere pocos meses después en Burdeos. En esa misma ciudad se retira en un convento durante una temporada.
Meses después regresa a Madrid y se casa con Diego Verdugo que es herido durante el estreno de su obra "Baltasar" en 1858. Se marchan a Francia, Norteamérica y finalmente Cuba donde es destinado su marido y donde muere en 1863.
Tula regresa a Sevilla y luego a Madrid, donde, tras fallecer su amigo Nicasio Gallego, es propuesta para ingresar en la Academia de la Lengua. No lo logró. Tuvieron que pasar cien años hasta que nombraron a Carmen Conde, la primera mujer académica.
La Avellaneda murió sóla, en Madrid, desesperada y enferma. En los últimos dos años de su vida se cambió de domicilio doce veces, tal era su desesperación e inquietud. Al entierro acudieron pocos amigos.
De vez en cuando voy al Cementerio de San Fernando de Sevilla donde está enterrada, como así quiso y puso en su testamento, y dejo sobre su tumba un ramillete de flores. Quisiera que el día 1 de febrero, cuando se cumplen 136 años de su muerte, muchos dejemos ramilletes de versos en el aire que rodea su sepultura. Quizás, desde algún lugar, sonría y sepa que hoy, tantos años después, se la sigue queriendo y luchamos desde la Asociación Cultural y Literaria La Avellaneda para que no se lleven sus restos a Cuba como pretenden, en contra de su testamento.

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